Recaída
Aquella tarde había mucha neblina, así que me fui a mi habitación para leer un poco y evitar que mis emociones me tomaran por completo, de pronto un minucioso ruido sonó en mi ventana. Era el aletear de una mariposa, atrapada en la rejilla, tratando de salir de entre los fierros.
Mientras la observaba mis cansados ojos se iban secando, Sí, estaba llorando. Ya desde hace horas...
Me preguntaba si también seria libre algún día, estoy luchando al igual que esa mariposa, quiero ser liberada de esa angosta rejilla. Por mi parte quería ayudarla pero no me atrevía, tenia miedo de lastimarla en el intento de sacarla de allí. Mi temor crecía conforme veía su desesperación por salir.
Mis manos temblaban, no pude más. Decidí abrir las rejillas de a pocos para no herirla. Mientras lo hacia, pensaba en cómo pudo meterse en tremendo lío, quizá su instinto le falló o simplemente cayó. Hasta que, pude liberarla, y de a pocos iba recuperando el vuelo, por instante sentí que se quedo ahí mirándome. Hasta que se fue y desapareció en la intensa neblina.
Luego comencé a preguntarme, las veces que me he sentido como aquella mariposa; Tan presa de mis emociones, sin que pueda liberarme, sin que nadie note o me mire a los ojos para que pueda percatarse de los barrotes que tenia encima, de la tristeza de mi alma que me consumía. Que por intervalos de tiempo volvía aparecer.
Todo en algún momento de nuestras vida, nos hemos sentido tocar fondo. Por más que estés en la cima, nuestras emociones pueden darnos una mala pasada. Así como el aleteo de una mariposa tratando de salir entre las rejas, hacen pensar que cada que uno cae es para saber el estado de tu alma.
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